No sé si a vosotras os pasa lo mismo, pero parece que últimamente soy una antojadiza inconformista. Tengo ganas de empezar un nuevo proyecto, me pongo a ello y enseguida me apetece meterme en otro. Estaba/estoy con los grannies de la manta, que ya os fui mostrando en varias entradas, y de repente como que me cansé. Sueño con la manta de flores africanas.

Pero anoche recuperé las ganas de volver con la manta de grannies.

El tema es que no sé cómo andaré de lana y en la mercería era lo último y poco más. Empecé a hacer grannies para unirlos todos después como en la manta de la abuela, pero pensé que teniendo poca lana igual era un poco arriesgado y si acaso tendría que buscar otro color.

Así que me decidí por deshacer la última vuelta de los grannies que llevaba hechos y rehacerla uniéndolos directamente sobre la marcha. Nunca lo había hecho así, de modo que de paso experimentaba. Y en ello estoy.

Lo bueno de este método es que ves cómo la manta se va armando de la que trabajas (de la otra manera es como hacerlo en dos veces: en la primera los grannies y en la segunda la manta; y en una tercera cortas los cabos y rematas, que es lo peñazo). Lo malo, por llamarlo así, es que tienes que trabajar con todo el peso de la manta según va creciendo.

No estoy todavía segura del ancho de la manta, ni sé tampoco cómo haré el remate, dependerá de cómo ande de lana... (no consigo sacar el color real de la lana...).
