Caxigalines o el misterio del por qué cuesta tanto finiquitar

Una caxigalina en asturiano quiere decir algo pequeño o de poca importancia. Aquí aplico la primera acepción en referencia a todas esas cosas que vamos empezando, pequeñas pijadillas que molan pero que nos van quedando y quedando porque da pereza rematarlas. Como las que se ven en la foto. Sabéis de lo que hablo, ¿verdad?

Bueno, ahora ya puedo decir que buena parte de las que se ven en ella ya están quitadas de en medio. Aunque tengo otras a medias que no aparecen en la imagen. Y me apetece meterme con un proyecto de gran envergadura, vamos, en una manta que va siendo un proyecto de fondo. Entre otros a realizar están tirar las fundas de los cojines y hacer unas nuevas, a ganchillo, claro, ya que el sofá-cama ya está sentenciado.

Y en lo que respecta a otro tipo de manualidades, tuve una regresión a la época de preescolar, poco más, jeje, para decorar estas dos bolas de navidad en cartulina con la peque con las técnicas que quisiéramos, así que me emocioné, recuperé ideas, rotuladores de mi época escolar (que aún pintan, jeje), compré purpurina, acuarelas (las mías hace tiempo que habían pasado a mejor vida) y luego aproveché los cabos de rematar lanas, papel albal e hice una pequeña bufanda a ganchillo.

Qué decir tiene que la peque en un principio se emocionó, pero mi emoción la superó, jaja, y acabó pasando del tema. Derivó su atención hacia la bola de porexpán (poliestireno expandido) y los rotuladores y acabó clavándole la punta de los lápices de colores. Como el rotu tarda en secar sobre la superficie del corcho éste, acabamos con un color cacafuti restregado por las manos y la cara. Mirá-y pahí qué concentración, por dios...

Y por fin subí el muérdago que se ve de la huerta.